El tiempo después del tiempo

El tiempo después del tiempo

El poemario "Vinegar Hill" de Colm Tóibín es un servicio al lector apasionado de poesía y permite que las personas brillen en toda su complejidad
Colm Tóibín
Vinegar Hill

Colm Tóibín | Vinegar Hill | Beacon Press | 144 pages | 22.95 USD

"Luego de retirarse tras los setos [...]./ Hasta el último cónclave en la colina del vinagre". Con su "Réquiem por los Croppies", del que están tomados los versos, Seamus Heaney, que nació en Irlanda del Norte y más tarde ganó el Premio Nobel de Literatura, conmemoró el 50 aniversario del Alzamiento de Pascua contra el dominio británico en 1916 que -a pesar de su supresión-, se convirtió en un punto de inflexión en el camino hacia la independencia irlandesa en 1922. Heaney trazó un paralelismo entre el Alzamiento de Pascua y la rebelión irlandesa de 1798, cuando los Croppies, como se apodaba a los rebeldes de United Irishmen, fueron derrotados por la corona inglesa en la batalla de Vinegar Hill tras capturar la cercana Enniscorthy. Y condensó la lucha por la independencia y la correspondiente guerra confesional entre católicos y protestantes en la imagen con connotaciones religiosas del último cónclave. El hecho de que a menudo tuviera que explicar esto no sólo se debe a su romantización de la rebelión, sino también a una alusión abierta: los Croppies de su "Requiem" inician su retirada hacia Vinegar Hill con cebada en los bolsillos, que luego crece de la tierra de la colina donde fueron derrotados y yacen enterrados. Esto podría haber sido interpretado por un público protestante, al que Heaney leía a veces en la década de 1960, como un respaldo al IRA.

Colm Tóibín, mundialmente famoso por su prosa, también pertenece a las filas de escritores irlandeses y norirlandeses cuya literatura tematiza el movimiento por la libertad en la Isla Esmeralda y cuyo Vinegar Hill es una obra tardía en forma de debut poético. Sin embargo, su motivo para cantar sobre la histórica colina es de carácter profano. Tóibín nació en Enniscorthy en 1955; la ciudad está situada en el sureste de Irlanda y forma parte del condado de Wexford, que linda con el mar de Irlanda. De niño, siempre tuvo la colina en mente: "Desde nuestra casa podemos ver la colina", reza el poema infantil "Vinegar Hill", en el que se mencionan obedientemente los acontecimientos de 1798, pero que trata más bien de su madre como pintora en ciernes: "como le parecía muy natural,/ tomar la colina como motivo,/ intentaba pintarla". Es un motivo banal para tomar la colina y la libera de la carga de la historia. En su intemporalidad, se sitúa sublimemente por encima de ella. Sólo cambia la percepción de la colina desde el exterior, ya que está sujeta al juego de sombras y luces y a la presencia o ausencia de nubes: "¿De qué color es la colina del Vinagre?/ ¿Cómo se eleva por encima de la ciudad?/ Es a la vez jorobada y redonda./ No hay razón para preocuparse por la historia//. La colina se alza sobre ella,/ Resistente, insondable, serena".

Resistente, insondable, serena, son atributos del volumen que pueden verse en varios temas. El mundo del que proceden es post-catastrófico: la cuestión irlandesa está, al menos parcialmente, resuelta y en reposo. Es postapocalíptico: la pandemia es "el tiempo después del tiempo,/ el mundo aquí parece después del fin del mundo". E incluso un día como el 23 de mayo de 2015, cuando la población irlandesa votó a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, deja claro a los dos amigos homosexuales que pronto cumplirán sesenta años, que la vitalizante resistencia de ser gay es historia: "Los años emocionantes habían terminado". Ellos, y quizá también Tóibín, que vive abiertamente gay, no pueden sumarse a la euforia de los jóvenes queers, sienten la vergüenza de ser mayores y caen en la nostalgia del "pasado gay", a la que dan continuidad con una meticulosa cartografía de Dublín a partir de viejos lugares de encuentro escénico "que han desaparecido del mapa": "El mapa de la ciudad,/ que sólo ellos podían leer,/ ya no era válido".

Una serie de poemas se lee así como una meditación en estado depresivo sobre el sentido de la vida y el paso del individuo en el tiempo. Puede prender en los viajes alrededor del globo, en la confrontación con el cine, el arte, la literatura y la música, en los "cines muertos" de Dublín o en sucesos cotidianos como una cita para ver una casa en presencia de un agente inmobiliario, cuando el tiempo se divide en un antes y un después: "La vida y el tiempo, los verdaderos agentes, quieren inculcarnos / que todo es cambio, movimiento".

Los sujetos líricos son como el triplemente afligido Gerard Manley Hopkins, "un inglés en Irlanda,/ un converso a la Iglesia romana, un poeta sin libro", que responde a la pregunta del pintor irlandés John Butler Yeats sobre lo que es la vida con lo que no es la vida. Una pregunta que se plantea con especial agudeza a quienes tienen conciencia de la muerte. Los poemas de Tóibín, obviamente autobiográficos, presentan a un escolar de ocho años al que su madre le dice que su padre morirá pronto: "Desde entonces no he tenido mucha fe/ en nada. Por ejemplo, cuando recuerdo los nombres de los que quiero,/ me asusto,/ de susurrar lo que quedó sin decir". Una conciencia de la muerte que surge aún más ante la propia mortalidad: "Cuando la quimio/ mata el tumor/ y no a mí". Tóibín alude a su propio cáncer en la pandemia en un poema más bien alegre que ilustra una idea que expresó en una entrevista en 2022: "Admito de buen grado que no he aprendido nada de ello y que algo va muy mal cuando tienes que aprender a apreciar la vida a través del cáncer".

Pero no es que Tóibín se deprima sin más. La burla que vierte sobre el catolicismo en sus poemas está llena de comicidad y agresividad, casi blasfema. Se trata de monjas a las que por fin se permite conducir y que, en su ignorancia, trasladan "el temor de Dios a otros/ usuarios de la carretera". Al igual que el obispo del que se dice que murió el día anterior a la visita de John F. Kennedy a Wexford, lo que da pie a especulaciones y comparaciones descabelladas.

El único inconveniente de la traducción es que no ha incluido todos los textos del volumen original y, por tanto, ha omitido el poema "Oración a Santa Inés", imprescindible por cuanto arroja luz sobre la poeología de Tóibín: El sujeto lírico pide allí a la santa que se cure de la metáfora. Tóibín opta así por una expresión poética sencilla, que debe ser fácilmente accesible en su mensaje. Él es en gran medida el narrador, trasladando el carácter narrativo y dialogante de su prosa a la poesía, que surge de una esbelta constelación de personajes y acontecimientos.

Los traductores de Tóibín, Michael Krüger y Volker Schlöndorff, dicen que fue su forma de hacerle un servicio de amistad al llevarlo al alemán, tras la edición original inglesa publicada en 2022. También es un servicio a los lectores apasionados de la poesía, que se deleitan con el modo en que la identidad y la pertenencia, lo privado y lo público, la mortalidad y la resiliencia, el arte y la literatura permiten a las personas brillar en toda su complejidad.

Libro revisado