Regreso al futuro

Regreso al futuro

"Tu sueño imperios han sido", de Álvaro Enrigue, es una mirada compleja y vívida sobre el primer paso de la colonización española de la entonces Tenochtitlan, actual Ciudad de México.
Álvaro Enrigue
Bildunterschrift
Álvaro Enrigue @ 2016 Hay Festival
Tu sueño imperios han sido

Álvaro Enrigue | Tu sueño imperios han sido | Anagrama | 224 páginas | 18.90 EUR

A principios de este año, en una librería de Queens, Nueva York, Álvaro Enrigue habló conmigo de su nueva novela, Tu sueño imperios han sido (publicada por primera vez en España en 2021; traducción al inglés, 2024). Es un orador generoso y erudito, y mantuvo la atención del público mientras describía con detalle los efectos globales del llamado Intercambio Colombino. También describió cómo ha cambiado Ciudad de México desde su infancia, y su emoción de niño cuando se descubrieron las ruinas de Tenochtitlan bajo las plazas del centro de Ciudad de México. Si no recuerdo mal, dijo que era como descubrir que había estado viviendo en Roma.

Tu sueño imperios han sido saca a la luz este pasado enterrado en unas escasas y absorbentes doscientas diecisiete páginas. En una prosa sobria y ligera, reimagina el encuentro en 1519 entre el conquistador español Hernán Cortés y el emperador Moctezuma en la gran capital azteca de Tenochtitlan, rodeada de montañas y flotando en medio de un lago. La narración se desarrolla a lo largo de un solo día. Cortés llega por la mañana y ese mismo día se encuentra cara a cara con Moctezuma. El encuentro, a veces cauteloso y a veces torpe, de las dos civilizaciones, que acabará cambiando el mundo, se revela a través de las preocupaciones de las distintas partes interesadas: el emperador, su hermana y el alcalde de la ciudad, por un lado; Cortés, sus traductores y capitanes, por otro. The Guardian, en su reseña, describe acertadamente la novela como, en parte, un "Ala Oeste azteca".

Enrigue teje con eficacia la información de fondo, las capas de historia europea y del Nuevo Mundo, las intrigas políticas y las jerarquías de la corte necesarias para seguir las acciones y estrategias de los personajes. Pero la comprensión llega por partes. En una especie de introducción en forma de carta a su traductor, escribe: "No te preocupes demasiado por las palabras en náhuatl que encuentres. Los lectores mexicanos tampoco sabrán de inmediato qué es un macehual o un pipil. Deja que los significados se revelen por sí mismos... No necesitas experiencia en sistemas parlamentarios para entender cómo funciona un gobierno europeo cuando ves una serie de televisión política hecha al otro lado del Atlántico, ¿verdad?... A medida que leas, todo estará claro".

La confusión que provocan estas palabras y nombres multisilábicos con combinaciones de letras desconocidas, así como las sutilezas de una cultura olvidada hace mucho tiempo, ponen al lector en el estado de ánimo adecuado para empatizar con la dislocación y la sensación de andar a tientas en la oscuridad que todas las partes debieron sentir durante este encuentro. Al igual que Moctezuma, Cortés, sus aliados y enemigos, el lector debe hacer suposiciones basadas en información incompleta, en una confrontación con lo extraño, y seguir adelante. Con el tiempo, como promete Enrigue, todo se aclara. O al menos, todo lo claro que puede estarlo cuando las conversaciones entre ambas partes tienen lugar "a través de un doble filtro": Malintzin, princesa nahua y miembro crítico del grupo de Cortés, traduce del náhuatl al maya, y Gerónimo de Aguilar, sacerdote andaluz, traduce del maya al castellano. Y a veces, los traductores toman sus propias decisiones. "En maya, [Malintzin] preguntó a Aguilar... si debían traducir lo que Caldera y Cortés decían en beneficio de la princesa y de los nobles y sacerdotes apiñados alrededor de la mesa. Él le susurró al oído, también en maya, que no lo creía, que sólo era cháchara de conquistadores".

La Tenochtitlan (o Tenoxtitlan) que crea Enrigue es un lugar impactante, sorprendente: "sin perros, sin mendigos, sin puestos de comida; el suelo estaba tan limpio que se podía lamer"; gobernada por un emperador, que era "hábil, valiente e impredecible; un estratega formidable", y una clase guerrera temible, junto con los sacerdotes y sus "protocolos imposibles", sus "baños de sangre desvergonzados y sus almuerzos caníbales".

Cuando, hacia el final, Moctezuma sube a la ciudadela y se salpica la cara con agua, mientras los guerreros águila salen en tropel de "colegios, palacios y templos camino de las Casas Viejas, ululando majestuosamente mientras avanzaban", uno no puede sino maravillarse ante la creencia de Cortés de que podía derribar este imperio, y la improbable forma en que lo hizo.

Tu sueño imperios han sido, junto con la reciente publicación de fascinantes estudios como On Savage Shores: How Indigenous Americans Discovered Europe, de Caroline Dodds Pennock (que Enrigue reseñó en el número del 18 de enero de 2024 de The New York Review of Books), y The Dawn of Everything: A New History of Humanity, de David Graeber y David Wengrow, marcan la siguiente etapa en la reevaluación de este profundo encuentro y sus consecuencias.

Libro revisado