Hay que aprender la felicidad como se aprende un idioma

Hay que aprender la felicidad como se aprende un idioma

En su novela "Abuelas", Melara Mvogdobo destila dos trayectorias vitales de dos culturas distintas en un golpe de efecto literario. Es difícil escribir sobre el empoderamiento femenino de forma tan tierna y a la vez tan brutal
Melara Mvogdobo
Bildunterschrift
Melara Mvogdobo
Großmütter

Melara Mvogdobos | Goßmütter | Transit Verlag | 128 páginas | 18 EUR

Es raro que un libro guste a todos los miembros de nuestro club de lectura. Pero este fue el caso con la breve novela de Melara Mvogdobo, de apenas 128 páginas. Cuando leí durante diez minutos un fragmento de Goßmütter (Abuelas) sobre el tema "Compartir" —ya que no leemos un libro juntos, sino que cada uno lee algo relacionado con un tema previamente acordado—, la lectura provocó una reacción inusualmente intensa, tanto en términos de lenguaje como de contenido.

Esto quizá se deba a que Mvogodobo, que nació en Suiza en 1972 y es nieta de una abuela suiza y otra camerunesa, no cuenta la historia de su propia asimilación o de la búsqueda de identidad como parte de la segunda generación de origen migrante, como lo hace Yandé Seck en su novela debut Nubes blancas, publicada hace un año. En su lugar, adopta el papel de nieta oyente y da voz a dos abuelas cuyas raíces no podrían ser más diferentes.

En pequeñas viñetas, también diferenciadas por colores en el diseño de impresión, conocemos el proceso de maduración de dos mujeres procedentes de entornos culturales completamente distintos. Mientras que en Camerún es la abuela de buena familia la que se resiste a las expectativas casi ineludibles de un matrimonio polígamo, pero aun así fracasa tanto en su relación con su marido como en su realización personal, la abuela de Suiza, proveniente de un entorno humilde y rural, no tiene el problema de tener que compartir a su marido. Pero tampoco se le permite satisfacer sus deseos más básicos. Obligada a contraer un "matrimonio de conveniencia", sufre la violencia y la dominación de su marido de manera no muy distinta a la abuela de Camerún.

La interconexión de estas dos trayectorias vitales a través de breves escenas cotidianas escritas en primera persona resulta tan inquietante como poética, ya que el lector percibe cuán próximas pueden estar dos culturas a pesar de la distancia geográfica, y cuán amplias pueden ser las coincidencias en la ignorancia y estupidez masculina, así como en los anhelos femeninos.

La despiadada descripción que hace Melara Mvogdobo de las relaciones polígamas y de la vida cotidiana en Camerún recuerda a la autora ghanesa Amma Darko, que no sólo ha reflejado de forma impactante en sus libros sus experiencias como emigrante en Alemania, sino también la desmoralizadora vida cotidiana de las mujeres en Ghana, que no es sólo una tarea difícil debido a los dictados de los matrimonios polígamos.

Pero a diferencia de Darko, que lamentablemente apenas ha vuelto a escribir desde su regreso a Ghana, Mvogdobo también escribe en Abuelas sobre la vida cotidiana de una joven campesina en Suiza, un lugar donde los sueños no valen nada y donde, incluso en una residencia de ancianos se hace la vista gorda ante la violencia de un hombre contra su esposa. En la liberación moral y física resultante, que se retrata de forma tan minimalista y despiadada como la fragmentación y liberación moral en la gran trilogía de Ágota Kristóf El gran cuaderno / La prueba / La tercera mentira, Mvogdobo conduce al lector a un presente en el que las abuelas, con la ayuda de sus nietas, aprenden algo que, como una lengua, hay que aprender: a ser feliz. Y eso incluye también que la felicidad pueda ser, por ejemplo, comer pizza dos veces por semana.

Libro revisado