Tener futuro
Columna de poesía Mentiras Galantes en LR: Mentiras galantes 1 | A propósito de Ronya Othmann | Por Alexandru Bulucz
La serie de lecturas en cárceles berlinesas iniciada por Martin Jankowski en 2002 es ahora parte integrante del Festival Internacional de Literatura de Berlín (ilb). Escritores como Kiran Nagarkar, Feridun Zaimoglu y, más recientemente, Deniz Utlu ya han estado "en la cárcel". Este año, Ronya Othmann leyó en la prisión de régimen abierto de Berlín Spandau, moderada por Thorsten Dönges.
El camino que conduce hasta allí atraviesa una colonia de huertos en flor a finales de verano. ¿Un contraste con la función del lugar en el que desemboca? Al fin y al cabo, se trata de una prisión. O, alternativamente, de un logro del estado de derecho, con apertura al exterior y sin vistas desagradables.
Las ambivalencias también están presentes en todas las obras de Ronya Othmann. En su primera novela Los veranos (2020), describe un escenario apacible, el pueblo sirio al que enviaban a Leyla de niña cada verano a visitar a su abuela: jardines, animales, campos alrededor. Pero ya al principio, antes de que el padre de la protagonista relate sus experiencias en prisión, se percibe la amenaza de posibles detenciones y algo peor, el Ferman (genocidio contra los yazidíes). El padre de Leyla y numerosos familiares y conocidos, yazidíes (Êzîdî) kurdos... en Siria, en Turquía... pueden acabar entre rejas simplemente por su origen, su religión, su lengua, por una palabra mal dicha, por pura arbitrariedad de los gobernantes o por mediación de informadores en el barrio.
En Los veranos (2020), el padre de Leyla sólo describe su encarcelamiento en Turquía en términos más concretos más adelante en el texto. Escapa de milagro de más arbitrariedades y torturas. Mientras cuenta su historia, se dirige en repetidas ocasiones directamente a su hija, pidiéndole que escuche y, por tanto, que sea testigo. - ¡Escucha atentamente! Como también enfatizó Beata Umubyeyi Mairesse en el discurso inaugural del festival de literatura de este año con el telón de fondo de otro genocidio, el de Ruanda, y la cuestión de la narrabilidad del horror y la asunción del testimonio.
Reseña de Vierundsziebzig en LR: La lengua también es un arma, de Christoph Nick
Ronya Othmann abre el evento con sus poemas de die verbrechen, 2021. Belleza y brutalidad se yuxtaponen de manera inquietante: un picnic en un popular destino de excursiones en las montañas de Sinjar que es a la vez el último recurso para los yazidíes y el escenario del cruel genocidio del Estado Islámico. Los internos y los escasos oyentes del exterior escuchan atentamente y se detienen en la expresión "pasos forzados", una imagen acertada para el acercamiento cauteloso de Ronya Othmann. Sus adaptaciones ficticias y su nuevo trabajo, Vierundsiebzig (2024), en apariencia más documental, demuestran que abordar y escribir sobre el crimen, especialmente del Ferman, no es ni puede ser capturado por un solo género o estilo de escritura. Los recuerdos, la recopilación de fragmentos y la confrontación con lo sucedido requieren múltiples perspectivas, herramientas o incluso "marcadores de posición".
Un camino lleva de Leyla en Die Sommer, novela escrita en tercera persona, al "tú" en los poemas y -nuevo en Vierundsziebzig - a un "yo" que lucha por el orden, la exactitud y la decibilidad: investigar, escribir.
La autora escribe pensando en un "tú" desde la adolescencia: sabía que su hermana leía su diario. El "tú" de sus poemas es expresión de un diálogo interno, pero también se dirige a múltiples crímenes: contra otros grupos, contra la humanidad, contra la naturaleza. Por último, en Vierundsiebzig habla un "yo" que lucha por la perspectiva y tiene que organizar los abrumadores hechos sobre los crímenes contra los yazidíes. Por un lado, el "yo" quiere desdibujarse; por otro, siempre se vuelve hacia sí mismo. Que en Vierundsiebzig permita hablar a las fuentes es el resultado de una exigencia de transparencia. Othmann admite que le resultó difícil organizarse: "Cada cosa que leía era de algún modo valiosa". O: "El ego es un testigo y, sin embargo, no tiene lenguaje", admite a pesar de su experiencia periodística y su formación en el Instituto de Literatura de Leipzig. Sin embargo, la falta de palabras está integrada en el texto, el "yo" organiza e intercala el texto con la fórmula "Escribo: ...". Un planteamiento en bucles, no cronológico. Esta búsqueda de una forma precisa caracteriza la lectura, pero también la sostiene, como resume Thorsten Dönges. Al final del extracto leído de Vierundsiebzig, surge la pregunta: ¿Qué forma puede adoptar la justicia para las víctimas? Sin embargo, no quedaba mucho tiempo para seguir hablando con los presos, pero Othmann recalcó que se trataba de pruebas, documentación y, sí, también de castigo.
Al salir de la prisión, resuena la reacción entre dientes de un oyente (preso): "Disparad a los responsables de esto", es decir, a los responsables de las atrocidades cometidas por el EI contra los yazidíes. Este crimen no sólo le horrorizó de nuevo espontáneamente. Otros detenidos quisieron señalar que grupos musulmanes y árabes, junto con kurdos y yazidíes, también habían opuesto resistencia al EI.
La diversidad de perspectivas y enfoques de la autora para "acercarse a los crímenes" en sus escritos fomenta el debate. En última instancia, añadió Ronya Othmann, no se trata de castigos colectivos o venganzas, sino de cada individuo, de restablecer la seguridad y "tener un futuro".