El vaso está medio lleno

El vaso está medio lleno

Occidente ha pasado su cenit, un nuevo mundo está naciendo. En su nuevo libro "The Once and Future World Order", el politólogo Amitav Acharya nos explica por qué no debemos temer la convulsión.
Foto Amitav Acharya
The Once And Future World Order | Cover

Amitav Acharya | El orden mundial del pasado y del futuro: por qué la civilización global sobrevivirá al declive de Occidente | Basic Books | 464 páginas | 32,50 USD

El politólogo indio Amitav Acharya es catedrático de Relaciones Internacionales en la American University de Washington DC y titular de la Cátedra UNESCO de Desafíos Tradicionales y Gobernanza. Ha recibido numerosos premios. En abril de este año, publicó el libro The Once and Future World Order: Why Global Civilisation will survive the Decline of the West con Basic Books UK. En 2014, publicó el libro El fin del orden mundial estadounidense.

Amitav Acharya divide el mundo en "Occidente" y "el resto". Su principal preocupación en su nuevo libro es demostrar que Occidente no creó su cultura y su orden mundial por sí mismo, sino que prácticamente todas las civilizaciones históricas han influido en la "civilización occidental". Esto es una perogrullada para la gente -digamos desprejuiciada (si es que existe tal cosa) y educada-, pero hay que restregárselo en la cara de "Occidente" una y otra vez, sencillamente porque la mayoría de los europeos y americanos han hecho de un sentimiento de superioridad del pasado, en el que a menudo estaban a kilómetros por delante de otros países del mundo, una parte integrante de su identidad, de la que generalmente no pueden ni quieren desprenderse. Pero el autor también escribe para "el resto". Su mensaje es que nadie necesita menospreciarse frente a "Occidente"; todo el mundo tiene suficientes razones para estar orgulloso de los logros de su civilización. Estoy totalmente de acuerdo con él en este punto.

Amitav Acharya subraya que, al leer el libro, hay que tener en cuenta su definición de orden mundial. No se trata de todo el mundo, sino de civilizaciones que han gobernado partes más o menos grandes del mundo. Así, tan orden mundial es el Imperio Romano como la antigua India, China o el Imperio Malí de Mansa Musa en el África Occidental del siglo XIV, por citar sólo algunos ejemplos.

Su recorrido por la historia de los órdenes mundiales comienza en las antiguas Sumeria, Babilonia y Egipto. Desde este punto de partida, recorre los principales protagonistas de la historia del mundo en todos los continentes hasta llegar a nuestros días. Para alguien que ya se ha ocupado de estos apasionantes temas históricos, su visión general no aporta básicamente nada nuevo, pero su conocimiento detallado, que brilla una y otra vez, es impresionante. Además, la visión concentrada es un gran valor en sí mismo. Me sorprendió un poco que Amitav Acharya no mencionara que la semana de siete días y la división del tiempo en 24 horas diarias con una hora de 60 minutos y un minuto de 60 segundos fueron desarrolladas por los babilonios sobre la base de los conocimientos sumerios.

En cada orden mundial que trata, se preocupa por mostrar qué elementos de su orden mundial ha adoptado "Occidente" de otros, o qué otras civilizaciones habían desarrollado mucho antes que Occidente. No hay ninguna razón para que Occidente se muestre arrogante hacia "el resto". Se trata siempre de hacer comprender a "Occidente" que debería avergonzarse de su sentimiento de superioridad y de los métodos brutales de sus conquistas y que "el resto" tiene razón al defenderse de "Occidente" y está a punto de retomar el liderazgo del mundo a largo plazo. Este es un punto en el que yo, como alemán y europeo, no puedo evitar criticar.

Estoy completamente de acuerdo con el ascenso de "El Resto". Personalmente, tuve la suerte de escribir un ensayo a toda página en el periódico Münchner Abendzeitung en enero de 2002 sobre mi valoración de los atentados contra el World Trade Center en Estados Unidos. El título de mi ensayo era "El fin del siglo americano". Así que estoy completamente de acuerdo con Amitav Acharya. Lo que me molestó al leerlo fue que no dejaba de tener la sensación de que debía disculparme personalmente y dar las gracias a las demás civilizaciones. Por ejemplo, a los indios que inventaron el cero, que personalmente considero uno de los mayores logros de la historia de la humanidad desde hace décadas. Lo que me molesta es que los logros de "Occidente" se reduzcan siempre a una sola cosa: la fuerza bruta, la colonización depredadora, el racismo y la injusticia. Y ello a pesar de que el autor no deja lugar a dudas de que todas las civilizaciones encarnan tanto la compasión como la crueldad. El ser humano no sólo puede ser bueno, sino también abismalmente malvado.

Me hubiera gustado que el autor hablara de los logros de la civilización occidental, como hace con todas las demás civilizaciones. Apenas se mencionan. En el Renacimiento, cuando Europa redescubrió su herencia romano-griega a partir del siglo XIV, algunos decían: "Somos enanos, pero estamos a hombros de gigantes". Lo mismo puede decirse de nuestro mundo actual. Fueron los europeos quienes convirtieron la tierra en una esfera para todos y situaron el sol en el centro del sistema planetario. Fueron los europeos quienes desarrollaron la civilización científica que hoy impregna todas las culturas del mundo. Y fueron los europeos quienes sentaron las bases para aumentar la esperanza de vida humana con su ciencia. Sin la difusión mundial de los cultivos americanos, sin el desarrollo de la fertilización moderna (la síntesis del amoníaco) y la medicina científica, el número de habitantes de este planeta sería muy probablemente muy inferior a la mitad en la actualidad.

En el último capítulo, Amitav Acharya mira con cautela hacia el futuro. Aborda el miedo de estadounidenses y europeos, que son muy conscientes de su relativo declive y, por tanto, tienen miedo. Pide a "Occidente" que reconozca los hechos, sea más humilde y abandone por fin su arrogancia. No hay nada que añadir. El autor cree firmemente que tenemos todas las posibilidades de construir un orden mundial mejor y más justo. Su optimismo es muy de agradecer. Esta vez, en mi opinión, lo ideal sería un orden mundial para toda la humanidad. Aunque de momento no lo parezca, lo necesitamos para tener la oportunidad de superar retos globales como el cambio climático o el desarrollo de la inteligencia artificial. El vaso está medio lleno. Todos deberíamos tomarnos a pecho esta actitud. Tanto "Occidente" como "el resto".