Cuando la libertad parecía posible

Basic BooksLyndal Roper | Summer of Fire and Blood: The German Peasants‘ War | Basic Books | 544 pages | 30 GBP
La culpa fue de los caracoles. Cuando la condesa de Lupfen, en Stühlingen, Baden, ordenó a sus siervos que recogieran los caparazones de estos animales viscosos en plena época de cosecha, los campesinos se negaron. Había cosas más importantes que hacer que recoger conchas de caracol para que las damas de la corte pudieran enrollar en ellas sus hilos. En junio de 1524, el día del solsticio de verano, los campesinos se rebelaron contra sus señores. Pronto se les unieron los habitantes de las comunidades vecinas. En otoño se había convertido en una fuerza con su propia bandera, una unidad militar improvisada formada por campesinos, artesanos y otros insurrectos. La guerra de los campesinos había comenzado. Durante casi un año entero —otoño, invierno, primavera y verano— el sueño de un mundo fraternal y más justo marcó el curso de los acontecimientos en el centro de Europa.
Con motivo del 500 aniversario de la sangrienta represión de la revuelta, la historiadora australiana Lyndal Roper, profesora en Oxford, ha publicado una obra detallada, fiel a la tradición anglosajona de transmisión del conocimiento, titulada «Summer of Fire and Blood» (Verano de fuego y sangre), en la que describe con gran fuerza argumentativa el mundo en el que vivían y se desenvolvían los campesinos. Pero Roper solo confía hasta cierto punto en las fuentes escritas que han llegado hasta nosotros. La cultura campesina de la época se caracteriza principalmente por la tradición oral, ya que muchos campesinos eran analfabetos. Lo que se ha transmitido por escrito está redactado, por regla general, desde la perspectiva de la nobleza, el clero o, en el mejor de los casos, de los partidarios de la Reforma con formación urbana. Para evitar esta «trampa de las fuentes», Roper se ha propuesto narrar sobre todo las acciones de los insurrectos. Con gran conocimiento y riqueza de detalles, reconstruye las experiencias que vivieron los sublevados a lo largo de su camino. Su metodología llega hasta el punto de recorrer a pie y en bicicleta las rutas de los diferentes grupos para comprender tanto su ritmo de avance como el paisaje, el clima y el efecto de las estaciones.
Según Roper, la revuelta, que acabó costando la vida a entre 70 000 y 100 000 campesinos, no puede explicarse únicamente por las condiciones económicas de la época. Porque en los años previos, el mercado también se había abierto a los campesinos: «Fue una revuelta contra todo el sistema de dominación, que era "contrario a Cristo", contra las corveas, la servidumbre y los diezmos». Para los insurrectos, la Reforma no era un simple pretexto, sino que tenía un efecto inmediato, socialmente radical, y aspiraba a transformar la sociedad.
En 1520 aparece el escrito de Lutero La libertad cristiana. La traducción al alemán del texto se difunde con extrema rapidez, sobre todo gracias a una innovación tecnológica revolucionaria: la introducción de los tipos móviles en el proceso de impresión. Solo hasta 1525 se conocen al menos otras 19 ediciones e impresiones del explosivo panfleto. La afirmación teológica fundamental de que el individuo solo es responsable ante Dios se materializó para los campesinos en la exigencia de que, durante la comunión, también los laicos recibieran el vino eucarístico. Al fin y al cabo, según la Biblia, Cristo había comprado la libertad del hombre con su sangre.
Aunque Lutero se desmarcó rápidamente de los campesinos y sus demandas, la idea de igualdad y fraternidad tuvo un enorme impacto entre los sublevados. La idea de libertad se extendió como un tsunami desde la abstracción teológica a la experiencia concreta, y con ella llegó la liberadora convicción de que el poder de la nobleza y el clero no era un designio divino.
Armados con este revulsivo intelectual, pronto se alzan nuevos contingentes de campesinos y presentan a sus señores locales un gran número de quejas y reivindicaciones. Los Doce Artículos de Memmingen, redactados en marzo de 1525, destilan aquello que más inquieta a los campesinos. El primer artículo, por ejemplo, exige «que cada comunidad pueda elegir y designar a su propio párroco», una llave decisiva para colocar la Reforma en los púlpitos del país. Y el tercero proclama: «Hasta ahora ha sido costumbre que la autoridad nos considerare sus siervos hereditarios, algo lamentable dado que Cristo, al derramar su preciosa sangre, redimió y liberó por igual al siervo y al señor, sin excepción. Así, conforme a las Escrituras, somos y queremos ser libres».
Este texto formula en sus doce artículos una visión social revolucionaria para su época, nutrida de ideas reformistas radicales. Se convierte en el manifiesto de un movimiento de masas que asume su contenido aun sin conocerlo al detalle. Los Doce Artículos se difunden rápidamente gracias a la nueva tecnología de impresión. Sirvieron como punto de referencia y cristalizaron muchas de las actitudes y convicciones de los insurgentes.
Durante tres meses, en la primavera de 1525, los campesinos controlan un territorio que abarca buena parte de la actual Alemania. Son derrotados porque carecen de entrenamiento militar y de una estructura organizativa, y porque son inferiores a sus enemigos a caballo en cuanto a técnicas de combate y armamento. La visión de una nueva sociedad muere en los campos de batalla de Wurzach, Scherweiler, Leipheim, Böblingen, Königshofen, Pfeddersheim, Frankenhausen y en muchos otros escenarios de la revuelta. La servidumbre se mantiene y los súbditos continúan pagando el diezmo.
En su viaje en el tiempo a la época de los campesinos de los años 1524-1525, Lyndal Roper muestra cómo la aspiración de los insurrectos se desarrolló a partir de una teología de la creación en la que las relaciones humanas se basaban en la honestidad, no en la codicia y la avaricia. «La gente estaba furiosa porque los terratenientes reclamaban la propiedad de los recursos naturales —el agua, las tierras comunales y los bosques—, a pesar de que estos pertenecían a la creación de Dios y, por lo tanto, a todos los seres humanos», escribe. Y con ello aborda cuestiones que siguen vigentes hoy: ¿A quién pertenecen los recursos naturales? ¿Quién controla las fuentes de energía? ¿Cómo gestionamos de forma sostenible el recurso limitado que es el suelo?