"¡Creo que lo creativo es más fuerte que lo destructivo!".
Rudolf Isler fue primero profesor y luego catedrático en la Escuela Superior de Pedagogía de Zúrich, donde se especializó en historia de la educación, didáctica general y práctica profesional. Fue presidente del Claustro, participó en proyectos educativos internacionales (Ucrania, Ghana, Bután, Moldavia, Baréin) y dio clases en la FU de Berlín. Es autor de numerosas publicaciones sobre pedagogía escolar, didáctica, formación del profesorado e identidad profesional de los docentes. También publica sobre temas literarios, principalmente sobre Manès Sperber, sobre quien realizó el documental "Manès Sperber - ein treuer Ketzer". Es coeditor de la nueva edición en tres volúmenes de las obras de Manès Sperber, publicada en 2024.
Rudolf Isler vive y trabaja en Zúrich, donde Axel Timo Purr se reunió con él para una entrevista sobre la vida de Sperber, su importancia para las generaciones pasadas y presentes y su obra maestra Wie eine Träne im Ozean (Como una lágrima en el océano).
Sonderzahl VerlagManès Sperber | Wie eine Träne im Ozean | Sonderzahl Verlag | 1000 Seiten | 49 EUR
Axel Timo Purr: Me gustaría empezar de una forma bastante provocativa: ¿por qué hay que seguir leyendo hoy a Manès Sperber? Siendo un escritor al que le llovieron literalmente los premios al final de su vida, entre ellos el Premio Büchner y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán, afirmó sin embargo poco antes de su muerte en 1984: "Si te dan grandes premios, significa que ya no tienes mucho que decir", frase que se cumplió casi proféticamente poco después. En los años que siguieron a su muerte, sus libros parecían no tener ya nada que decir a los nuevos tiempos; sólo estaban disponibles en las librerías de viejo. Hasta la nueva edición que ahora se publica, cuyo volumen central, la principal obra de Sperber, su trilogía de novelas de casi 1000 páginas Como una lágrima en el océano, ha sido editado por usted. Entonces, ¿por qué leer hoy a un escritor que perdió a sus lectores hace mucho tiempo y que no ha dado el salto a la era digital?
Rudolf Isler: La mejor forma de responder a esta pregunta es leer su discurso de aceptación del Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán. Hace que uno se dé cuenta de por qué debería volver a leerlo hoy. Porque las cuestiones que plantea son de gran actualidad. Como la del modo de contrarrestar los poderes autoritarios o totalitarios en el mundo. ¿Podemos conseguir algo con una actitud pacifista o no es más bien necesario oponer resistencia frente a los sistemas totalitarios o autoritarios? Los sistemas totalitarios se caracterizan por su pretensión de alcanzar el poder total, un poder que se expande y hay que restringir, según Sperber, a través de la resistencia. Esto es precisamente lo que explicó en el discurso de entrega de este premio, en aquel momento todavía frente a la Unión Soviética, un sistema autoritario de que Europa tenía que defenderse. Esta pregunta, se responda como se responda, tiene una enorme vigencia en el mundo en que hoy vivimos.
Tiene razón, y no deberíamos fijarnos sólo en Ucrania, basta con consultar el último Índice de Democracia publicado en 2023, según el cual sólo el 7,8% de la población mundial vive actualmente en democracias plenas, lo que nos lleva a preguntarnos si no hemos vuelto casi a los tiempos sobre los que Sperber escribió en su novela Como una lágrima en el océano. Pero quizás deberíamos aclarar primero sobre qué escribe exactamente Sperber en Como una lágrima en el océano...
Es la historia de personas que se dejan seducir por ideologías totalitarias y la catástrofe que de ello se deriva, es decir, el nacionalsocialismo y el estalinismo. Trata además sobre el modo de buscar una salida a las ataduras de una ideología totalitaria y encontrar un mundo nuevo, un mundo democrático. Daniel Cohn-Bendit presentó una vez el libro en el Club Suizo de Literatura y dijo: "Lo estamos haciendo bien. Es cierto que es un siglo dramático y asesino el que se describe aquí, pero aun así se sale bien de esta novela, después de estas 1.000 páginas. Porque encuentras algo y eso es democracia, una sociedad democrática. No es sólo un alegato contra las ideologías totalitaristas, sino también un alegato a favor de una sociedad democrática que evoluciona a través de procesos lentos y laboriosos, lo cual es sencillamente muy, muy esperanzador. El propio Sperber afirma: "Soy un optimista escéptico. Creo que lo creativo es más fuerte que lo destructivo", y eso es lo que dice este libro, entre otras cosas.
Sí, es cierto. He releído las 100 primeras páginas de camino a Zúrich y me he percatado de lo fascinantes que son las descripciones de las estructuras internas del aparato de poder comunista. Debo destacar lo bien que está contado, lo apasionante que es el relato, a diferencia de El cero y el infinito, de Köstler, a la que ahora me cuesta acceder, o de una obra muy posterior que gira en torno a este tema, Estética de la resistencia, de Peter Weiss, que ya era difícil de leer cuando se publicó. La novela de Sperber es todo lo contrario y sigue siendo hoy tremendamente adictiva. Es una obra que ha envejecido bien. La forma en que se desenmascaran las jerarquías y los procesos de exclusión en las 100 primeras páginas no sólo es apasionante, sino también increíblemente contemporánea, porque recuerda a todo lo que ahora sabemos sobre la cultura de la cancelación y el movimiento woke, la creciente crispación y la intensidad de las fricciones de nuestras burbujas sociales.
Precisamente al principio de la novela se producen estas discusiones entre los comunistas escépticos y los comunistas creyentes. Son diálogos magníficos, y a veces me he preguntado si los jóvenes de hoy seguirían entendiéndolos. Pero cuando te metes en este texto, lo entiendes, lo entiende todo el mundo, jóvenes y mayores. Especialmente el primer capítulo, en el que un correo viaja a Croacia, un viaje secreto completamente inútil, porque el enemigo ya lo sabe todo. Pero no se trata sólo de eso, sino de que este joven comunista Josmar Goeben, el mensajero, no puede reconocer la realidad porque ésta le está bloqueada por su creencia en la ideología estalinista. Precisamente por eso este viaje es tan inútil, porque no le ayuda a reconocer la realidad, lo cual resulta muy actual, ya que hay mucho bombardeo, muchas ideologías en este momento. Y sólo como apunte: probablemente el protagonista no se llama Josmar de forma gratuita, es diminutivo de Josef-Maria.
Tiene toda la razón. Sólo un ejemplo personal: mi hijo, que de repente también piensa "feminista" debido a una nueva novia fuertemente socializada en el feminismo, de pronto juzga una discusión entre mi pareja y yo de forma muy diferente a como lo hacía hace un año. Puede que la ideología no se plasme hoy en los bloques ideológicos de hace 80 o 90 años, pero tiene la misma intensidad y efectos muy similares en la esfera privada.
Estoy de acuerdo. Tiene la misma intensidad, sobre todo cuando se trata de identidades, orientaciones de género por ejemplo; entonces se da la misma ferocidad e intransigencia en la discusión.
La intransigencia y la falta de voluntad de escuchar. Igual que el citado mensajero que viaja a Croacia en la novela de Sperber y que se cierra a la verdad porque no la soporta.
Estos son, por supuesto, elementos intemporales y se pueden encontrar por todas partes, quizá aún más tras una segunda lectura, porque tras la primera lo político está en primer plano, la historia del comunismo, el estalinismo y su recuerdo. Es maravilloso y está lleno de detalles, se nota que el propio Sperber conocía bien este mundo de la clandestinidad comunista en Alemania. Pero en una segunda lectura reconoces los elementos intemporales de su escritura. Fue entonces cuando me di cuenta de que hay muchas historias de amor.
Oh, sí. Sperber hace un gran trabajo entrelazando la futilidad y la fugacidad del amor con la de la política. Es casi hiperrealista la forma en que lo describe, la forma en que lo escribe. Y eso es también lo que hace que el libro sea tan cautivador.
Me viene a la mente un importante personaje secundario. Herbert Sönnecke, el jefe de los comunistas alemanes. También a él se le describe de la misma manera. Por un lado como activista político, pero luego también se le describe en términos de su relación personal, su matrimonio fracasado, y cómo este fracaso interactúa con su compromiso político. Esto se intensifica aún más con la descripción de toda su vida interior, como lo que le ocurre cuando se da cuenta de que él mismo está implicado en la caída de la idea comunista. Son muchas las dimensiones de la personalidad que se recogen, que se exploran, y es así con muchos de los personajes en esta novela.
Creo que esto también se debe al hecho de que antes de su trabajo político, Sperber fue terapeuta, psicólogo y alumno aventajado de Alfred Adler, que lo envió desde Viena a Berlín a principios de los años veinte para que entrara en contacto con el comunismo.... Y eso también puede compararse con la actualidad. Porque Adler rechazó a Sperber cuando éste se fue orientando cada vez más hacia el comunismo, al igual que hoy en día las desavenencias ideológicas atraviesan familias y viejas amistades. Más tarde Sperber se vio envuelto en discusiones con su hijo de su primer matrimonio, Vladimir, que permaneció fiel a la idea comunista durante toda su vida, y luego también con su hijo de su segundo matrimonio, Dan Sperber, cuando profesó ideas radicales durante las revueltas de mayo en París en los años sesenta.
Esto también me parece muy interesante. La mayoría de la gente sabe que Sperber era comunista, pero no que también trabajó con Adler y que esta ruptura con él le afectó profundamente, siempre se arrepintió. Le habría gustado tanto reconciliarse con Adler...
Pero lo consiguió en su novela.
Eso es exactamente lo que hizo. Hay dos protagonistas que discuten a menudo entre sí. El héroe, Dojno Faber, y su maestro, el profesor Stetten, y llevan el sello del propio Manès Sperber y de Alfred Adler. Por supuesto, siempre es complicado establecer este tipo de paralelismos. Pero es hecho es que en la novela también hay un acercamiento. Este tiene lugar poco después de la fecha real de la muerte de Adler, y al final los dos escriben libros juntos en armonía. Esto bien podría considerarse un sueño de Sperber con respecto a su relación con Adler.
Pero llegó demasiado tarde para la vida real, Adler ya estaba muerto.
Sí, Adler había muerto en 1937 y Sperber aún no había roto con el comunismo. Posteriormente, Sperber siempre se refirió a Adler como su maestro. Existe por ejemplo, hay una entrevista televisiva con Frank A. Meyer en la televisión suiza en 1983, un año antes de la muerte de Sperber, en la que también hablaba de "su maestro".
Sonderzahl VerlagManès Sperber | All das Vergangene | Sonderzahl Verlag | 692 páginas | 44 EUR
¿Cuál era la lengua vehicular cotidiana de Sperber? Él mismo tradujo "Träne" al francés en 1949, pero no se publicó en alemán hasta 1961. A veces pienso que era como el más tardío W.G. Sebald, que también se mudó lejos de Alemania y perdió así la "atención alemana". Es como en el fútbol en el pasado, donde a los legionarios no se les permitía jugar en la selección nacional durante mucho tiempo. ¿Qué hizo realmente Sperber en los años posteriores a "Träne", siguió escribiendo, trabajó como terapeuta?
En primer lugar, el lenguaje. Su lengua de escritura fue casi siempre el alemán, sólo unos pocos textos están originalmente en francés, y aún menos en inglés. Pero Sperber creció con una mezcla de lenguas y vivió su vida en una mezcla de lenguas. Alemán en casa, aunque sólo fuera para poder leer los periódicos austriacos, luego yidis y hebreo (Cheder) desde los tres años. El ruteno era probablemente indispensable para comunicarse con el entorno ucraniano no judío, al igual que el polaco. En la segunda mitad de su vida, el francés era entonces dominante; sin embargo, también hizo programas de formación en yidis en la radio en Francia.
¿Y qué hizo después de "Träne", que terminó en 1952?: no volvió a trabajar como terapeuta. trabajó en la editorial Calmann-Levy. Allí era responsable de la literatura no francesa. Trabajó allí durante mucho tiempo, era su medio de vida. También siguió escribiendo, incluso después de "Träne". Todavía se conservan mucho textos suyos. En 1970 publicó una biografía de Alfred Adler con motivo del centenario de su nacimiento. Poco después de su muerte, se publicó un volumen de ensayos y reflexiones filosóficas, algunas de las cuales están integradas en el tercer volumen de la nueva edición.
Que se publicará en junio de 2024.
La razón por la que Sperber cayó en el olvido tras estos ensayos y su muerte quizá pueda deberse también a lo que entonces ocurrió en la política mundial. El colapso de la Unión Soviética unos años más tarde significó que su crítica al estalinismo, que sin duda estaba en el centro de su obra, ya no tenía la misma importancia. De repente, muchos tuvieron la sensación de que era el final de la historia, de que por fin todo estaba bien. Ahora nos damos cuenta de que no es así. En 2021 celebramos un simposio sobre Sperber en Viena y St. Pölten, en el que se debatió intensamente la obra de Sperber. Entonces me pregunté: ¿por qué hacemos esto? Estamos discutiendo cosas que sólo conciernen a nuestro círculo y al mismo tiempo Sperber escribe cosas apasionantes y actuales, pero ya no se pueden conseguir sus libros. ¿No deberíamos emplear nuestra energía en garantizar que vuelva a haber una nueva edición?"
¿Ese fue el comienzo de la reedición?
Exactamente. Entonces nos reunimos los tres y el gobierno austriaco, que invierte mucho en promoción cultural, más o menos la financió y ahora la publica una pequeña editorial austriaca.
¿Por qué Sonderzahl Verlag en concreto?
Dinero austriaco, así que una editorial austriaca también (risas). Dos o tres años antes, Hanser Verlag habría realizado una edición aún más completa de las obras de Sperber -habría incluido sus escritos psicológicos, como la biografía de Adler-, pero el hijo no nos cedió los derechos para hacerlo.
¿Dan Sperber, el hijo menor, el antropólogo y lingüista que mencionábamos al principio?
Exacto, quería un profesor de literatura como coeditor y que estuviera bien respaldado desde el punto de vista académico. Hanser hubiera sido mucho mejor, claro, porque Hanser tiene un poderoso sistema de comercialización y distribución. Es una pena.
Sí, es cierto, porque el "Träne" encajaría bien en el canon literario de las escuelas de hoy en día...
Pensar en las escuelas me lleva de nuevo a la pregunta de por qué Sperber ha perdido tanta importancia en las últimas generaciones y tengo que pensar en Ulrich Beck y en su pensamiento sobre la modernidad reflexiva, que Beck sitúa también a mediados de los años ochenta, cuando la individualización y las libertades arriesgadas pasaron a primer plano y las personas empezaron a definirse ya no en función de su clase o a través de los sindicatos, sino que cada uno era únicamente responsable de sí mismo. Esto se reflejó también en la literatura, en el formato autoficcional, cada vez más fuerte y en el apogeo absoluto del género con la obra de Karl Ove Knausgård Mi lucha, que es tan monumental como la "Träne" de Sperber, pero no podría ser más opuesta. En una, todo es comunidad, unión y fiesta; en la otra, sólo existe el yo solitario. Y después de esta fragmentación de la sociedad, ahora asistimos de nuevo a una evolución inversa, regresiva, del yo; ya no hay ideologías de partido y sindicatos, pero sí burbujas sociales con un fuerte carácter identitario.
También me parece muy emocionante la referencia a Ulrich Beck, porque eso es exactamente lo que Sperber describe en sus ensayos, cómo se ha movido durante mucho tiempo en comunidades muy unidas. Primero en círculos psicológicos individuales, luego en el partido comunista, y cómo luego los abandonó y se convirtió más o menos en un individuo y tuvo la sensación de que finalmente estaba completamente solo. Porque eso también es bueno en parte: un pueblo, una clase, proporcionan un apoyo cuestionable.
Exactamente. Pero sin este apoyo, naturalmente nos sentimos mucho más tentados por las ideas totalitarias, porque ¿quién quiere ser siempre el único responsable de su propia miseria?
Sí, este proceso de individualización también le llevó tiempo a Sperber hasta que poco a poco se dio cuenta de que no estaba solo, que había otros "tiradores libres" como él que luchaban contra todas las ideologías, y que juntos pertenecían a algún lugar. Sperber lo describe de forma casi meticulosa y extremadamente emocionante en "Träne" al igual que la manera de resistir juntos.
Se trata de verdaderos manuales de instrucciones que pueden ser útiles para cualquiera de los "luchadores de la resistencia" de hoy en día como Viernes por el Futuro o la Última Generación o lo que venga después. Como ocurre hoy con todos estos grupos, Una lágrima en el océano tiene una perspectiva "global", aunque sólo sea por la trama de Croacia, y Sperber, como judío que vivía en un shtetl de lo que hoy es Ucrania, era por supuesto algo así como un "ciudadano del mundo".
Sí, Sperber es al menos un gran europeo que conecta Oriente y Occidente. Al fin y al cabo, esta es su escapada personal, del shtetl ucraniano oriental al París occidental. Además, ha sido ampliamente traducido: al italiano, al español, al portugués, pero también al ruso, al griego y luego al persa, idioma en el que se han vendido varios miles de libros.
¿Así que Sperber es también un autor para el llamado Sur global, que está literalmente inundado de sistemas autocráticos?
Absolutamente. Todos los valores que defiende van en esta dirección. En algunos pasajes dice: "He perdido casi todas las certezas, pero me queda una: que hay que trabajar por la justicia y la democracia, por una cierta prosperidad, por la salud y por la superación de las penurias y las humillaciones." Creo que eso es algo completamente global, algo que nos concierne a todos.
Esto me recuerda su epílogo en la nueva edición de "Träne", en el que citaba un ensayo tardío de Sperber: "Nunca he encontrado una idea que me haya abrumado e influido tanto a la hora de elegir mi camino como la de que este mundo no puede permanecer como está, que puede y llegará a ser completamente diferente. Esta certeza única y exigente ha determinado mi existencia como judío y contemporáneo desde que tengo uso de razón."
Sperber es un luchador. Hasta su último aliento, estuvo comprometido con lo que en alguna ocasión he denominado brevemente como "mejorar el mundo". Con su referencia al judaísmo en la cita anterior, habla también de la idea revolucionaria de la igualdad humana, que para Sperber se ha convertido en algo profundamente laico; trasciende todas las fronteras, incluso las religiosas, con un compromiso de resistencia.
Siempre ha luchado contra esto. En la hermosa entrevista con Peter Stephan Jungk en Die Welt, se enfadó desmesuradamente con Jungk por llegar tarde debido a una festividad judía y le dijo que debería ir a terapia inmediatamente.
Has puesto un ejemplo ideal, el propio Sperber en realidad ya no era creyente en absoluto, lo negaba. Había, por ejemplo, entrevistadores católicos que querían crear un hilo conductor en la conversación a través de la fe, así que él reaccionaba con mucha sensibilidad. En una entrevista, por ejemplo, dijo: "Como mucho, si enfermara mentalmente, podría ocurrir que volviera a ser creyente". Pero a pesar de todo, reivindicó sus orígenes judíos y la tradición judía. Era algo muy valioso para él. Entonces se implicó intensamente con el sionismo. Eso fue muy pronto, en Viena, en el movimiento juvenil judío, sobre el que se puede leer muy bien en el primer volumen de la nueva edición. Luego lo postergó durante mucho tiempo porque era de la opinión de que la cuestión judía no se resolvería a través del Estado de Israel, sino a través de la sociedad en la que vivimos. En una sociedad sin clases, donde estas cosas ya no desempeñan ningún papel. Más tarde, volvió a implicarse más en estas cuestiones. No era sionista, pero tampoco antisionista. Visitó Israel cuatro veces, habló con mucha gente de allí y también escribió ensayos sobre el tema. También era bastante crítico. Decía que si el sionismo llegaba al poder, corría tanto peligro como cualquier otra ideología que llegara al poder.
Esto, por supuesto, también me recuerda a "Träne", uno de mis pasajes favoritos: "Para entender a los vivos, tienes que saber quiénes son sus muertos, y tienes que saber cómo terminaron sus esperanzas: si se desvanecieron suavemente o si fueron asesinados. Hay que conocer las cicatrices de la renuncia con más precisión que los rasgos del rostro". Esto es tan aplicable a las sociedades como a los individuos e incluye este trágico complejo del trauma transgeneracional, que también caracteriza al movimiento sionista.
Organicé un acto con motivo de la publicación de los tres volúmenes aquí en Zúrich, durante el cual un visitante me preguntó: ¿qué diría Sperber sobre los conflictos actuales? Sobre Israel y Gaza. No es fácil responder a algo así porque es hipotético, por supuesto, pero lo que podemos decir con relativa certeza es que habría adoptado una posición matizada, como siempre hizo. Estaba absolutamente a favor del derecho a existir del Estado de Israel. La existencia de este Israel significa algo para los judíos de todo el mundo, y al mismo tiempo -como he dicho antes- no estaba dispuesto a renunciar a las críticas, incluso hacia su propio pueblo, y creo que, si se me permite decirlo, él no argumentaría ni a favor de Palestina ni a favor de Israel.
Como hace en su novela. Muestra todas las facetas, todas las verdades posibles y cada cual debe cuestionarse siempre su propia verdad o convicción
De hecho, también dice esto en la citada entrevista en la televisión suiza: "Me arrepentí de muchas cosas, hice muchas cosas mal, pero de lo que más me arrepentí fue de haber permanecido tanto tiempo en el Partido Comunista. Pensé que era la única manera de luchar contra el nacionalsocialismo. No puedes hacerlo solo, necesitas una organización fuerte. Pero debería haberme distanciado ya en 1932 y no en 1937, después de los Juicios de Moscú". Digo esto sólo para afirmar que era perfectamente capaz de discutir sus propios errores de juicio y cuestionarse a sí mismo. Nunca adoptó la posición tan común de que volvería a hacerlo todo exactamente igual.
Esta es también una cuestión fundamental en la que podemos equivocarnos de lleno: ¿cómo abordar la violencia política? ¿Debemos hablar con los derechistas, con los violentos, con los que rechazan la democracia? Esta es sin duda una de las cuestiones más controvertidas de nuestro tiempo ante los conflictos en Ucrania, Taiwán, Israel y todas las radicalizaciones políticas como la AFD en Alemania o Trump en EEUU. Y sin embargo, Sperber muestra muy claramente en "Träne" que si uno se enfrenta a la violencia con violencia, se enreda casi de modo más irremediable en algo que difícilmente puede resolverse.
La novela plantea ciertamente esta cuestión y Sperber la ha respondido en cierta medida a través de su vida cotidiana. Ha ido muy lejos en cuanto a con quién ha hablado. Ha hablado con gente muy conservadora de derechas. Le costaba mucho llamar a alguien nacionalsocialista o fascista. Hoy, en cambio, la gente es muy rápida para tomar esa decisión. Al mismo tiempo, dijo que hay que seguir siendo capaz de defenderse, que hay que poder defenderse de la violencia. Y con respecto a la extrema derecha alemana AFD, sin duda habría votado a favor de hablar, de dialogar, pero de un diálogo firme. Pero como ya he dicho, todo esto es hipotético.
Después de que nuestra conversación comenzara con la pregunta de por qué hay que seguir leyendo a Sperber hoy en día, me gustaría terminar preguntándole por qué usted mismo leyó a Sperber en su momento.
En 1968, yo sólo tenía 16 años y mi profesor de alemán era el líder de la Fortschrittliche Studentenschaft (FSZ) aquí en Zúrich. Organizó la primera gran manifestación aquí, la llamada Globuskrawall, y era algo así como el Dutschke de Zúrich. Por supuesto, aquello me fascinaba, yo mismo iba a las manifestaciones y en algún momento compré el librito rojo de Mao. Pero cuando nos enteramos de que el autor del prefacio, un tal Lin Biao, había muerto en un accidente aéreo, sin duda preparado para deshacerse de él, me di cuenta de que no todo lo que ocurría en China era de color de rosa. En este proceso de distanciamiento de mis ideas comunistas, me encontré con Manès Sperber. Es muy típico. Joschka Fischer y Daniel Cohn-Bendit también le han leído. Joschka Fischer tuvo que explicar una vez en el Bundestag alemán por qué había golpeado a policías en una revuelta callejera en Fráncfort. Dijo: "Si hubiera leído antes a Manès Sperber, me habría abstenido antes de la violencia". Este libro también tiene esta referencia biográfica para mí, como para tantos otros de la generación de 1968. Entonces descubrí que Sperber también se dedicaba a la psicología, y eso me dio la oportunidad -un poco pillada por los pelos- de escribir mi tesis en pedagogía sobre Manès Sperber. Por entonces participaba en un movimiento psicológico aquí en Zurich que era un poco sectario y del que luego me distancié. Ese fue el segundo distanciamiento. Así que en mis dos movimientos de distanciamiento, me topé con Sperber.
¡Muchas gracias por esta entrevista!