"Una infancia alrededor de 1960, en una ciudad, ni grande, ni pequeña. Un hogar de clase media donde se hace mucha música. El padre es funcionario de prisiones. La guerra no fue hace tanto, y los padres intentan recuperar lo que llaman sus años perdidos dedicándose a la música clásica y a la literatura.
El niño percibe grietas en este mundo ordenado por todas partes. Sigue absorto las disputas políticas que sus hermanos mayores mantienen con su padre y su madre en la mesa. Pero sigue siendo un espectador. Cada vez con más frecuencia, se escapa al mundo de la fantasía.
Este niño, al que el autor ve como un hermano lejano de sí mismo, nos cuenta su vida y descubre en el proceso su propia visión del mundo. Cuando el propio Edgar Selge, de setenta y tres años, interviene de vez en cuando, queda claro: las sombras de la generación de la guerra llegan hasta el presente.
El tono narrativo de Edgar Selge es sin aliento, físico, arriesgado. Lleno de humor y musicalidad. Ya sea Bach o Beethoven, Schubert o Dvořák, música de marcha o gospel: la música cubre la historia como una segunda narración y acompaña el inquebrantable ansia de libertad." (Editor)