La nueva meca literaria de Harare
Philani A. Nyoni es una creadora nacida en Zimbabue cuya obra abarca la literatura, el cine y el teatro.
Para los que hemos soñado con una carrera literaria durante mucho tiempo, escuchar a maravillosas leyendas como Dambudzo Marechera (La casa del hambre), Ngũgĩ wa Thiong'o (El diablo en la cruz), Etienne van Heerden (30 nights in Amsterdam) compartiendo sus vidas y obras en Harare transmitía una profunda pasión que sólo los más devotos conocen. Hoy, estas historias representan una época dorada de la lectura y la literatura que hace tiempo que se fue con el declive y la eventual desaparición de la Feria Internacional del Libro de Zimbabue.
Al final, todo debe llegar a su fin. Y algunas cosas deben comenzar. Aunque no es, en sentido estricto, un sucesor de la Feria Internacional del Libro de Zimbabue, el Festival Internacional de Literatura de Harare ha llenado un vacío en el espacio literario, como quedó patente durante su undécima edición, celebrada entre el 27 y el 30 de noviembre de 2024.
El festival arrancó con una vibrante ceremonia presentada por la célebre Brita Masalethulini en la que destacaron, tras todos los discursos, las actuaciones de Sarungano, Ulethu, Beadly Sibiya, Mambo Guramatunhu, Nqobile Malinga, Hupepe Chule, Nomonde Sky y una inspiradora presentación de su invitada de honor, la reconocida autora Petina Gappah, (Rotten Row). A diferencia de la Feria del Libro, LitFest no es principalmente un evento comercial, sino un festival centrado en todos los pilares de la expresión, desde la presentación a la creación, pasando por la distribución y todos los matices intermedios. Con sede en la capital de un país que en su día fue considerado el más alfabetizado del continente africano, LitFest es testimonio de ese orgulloso legado con un programa único que reúne a profesionales de la literatura de todo el mundo. El aperitivo proporcionado por el British Council y la Embajada de Irlanda también merece un reconocimiento especial.
Hubo talleres de escritura creativa, sesiones sobre ilustración, el poder de la narración, la adaptación de obras literarias al cine, la narración digital, el comercio de libros, derechos y traducciones, y muchos más debates, asambleas y seminarios a lo largo de los tres días; y muchos más en rincones informales tanto bulliciosos como tranquilos.
Para alguien tan profundamente comprometido con el oficio de escribir y todas sus variantes, este festival dirigido por el veterano escritor y poeta Chirikure Chirikure (Hakurarwi) se convierte en una especie de Meca anual a la que hay que conceder licencia y apoyo para que prospere con el fin de promover una relación simbiótica con el sector literario global. El equipo organizador expresa su profunda gratitud al Fondo de Cultura de Zimbabue, a la Fundación Moleskine, a la Alianza Francesa de Harare, al Consejo Sueco de las Artes, a la Universidad de Glasgow, a la Embajada de Suiza en Zimbabue, al British Council de Zimbabue y a los muchos otros colaboradores que han hecho posible el éxito de la undécima edición.
Su apoyo es testimonio de la importancia de este espacio único para el encuentro y la polinización cruzada de los creadores, y particularmente permitió que la edición de este año se enriqueciera con la presencia de creadores como los poetas Nomonde Sky y Thabang Shai de Sudáfrica, Lame Pusetso y Sidos de Botsuana, el poeta y editor Kristian Carlson de Suecia, por nombrar sólo tres países y sus participantes, y otros más tanto locales como extranjeros; algunos se unieron a nosotros desde Freetown en Sierra Leona, otros como Alice Vye Henningway se unieron desde España a través de la magia de Internet para hablar de su libro Nyika, I Love You, recientemente adquirido para su adaptación cinematográfica en Hollywood.
La presencia de pesos pesados de la literatura zimbabuense como Albert Nyathi, Divine Ndhlunkulu Ignatius Mabasa, Memory Chirere, Virginia Phiri, fue un claro recordatorio de que el mundo literario es un lugar familiar, tan entrañable que la noche del 28 se celebró a Musaemura Zimunya, que acababa de cumplir 75 años.
Es un espacio familiar, y los escritores son una comunidad que trasciende las diferencias superficiales de todo tipo. Eso es lo fundamental. Es un espacio democrático donde las voces deben ser escuchadas sin importar de dónde provengan. Es un espacio que recientemente acogió al General de División retirado Bonyongwe, antiguo jefe de la Organización Central de Inteligencia. Fue una extraña ironía ver al general, un hombre que en su día dirigió una institución considerada por muchos como el brazo derecho de la supresión de la libertad de expresión y de todas las libertades con las que sueñan las mentes literarias, codearse con personas que han sido perseguidas y asesinadas por esa entidad. Tras escribir sus memorias, parece haber comprendido (en sus propias palabras) que una nación sin registros históricos es una nación pobre. En efecto, como sugiere el lema del festival, las historias son la medida de la vida.