Historia inaudita

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Historia inaudita

Un cuento popular manipurí traducido del meitei al inglés por el Dr. Khumukcham Ajit Singh
Ngathem Ningol Kongbam Ongbi Ibeyaima

Es verano en el Norte (invierno en el Sur) y, durante el mes de agosto, Literatur.Review los reúne a todos, publicando relatos inéditos o no traducidos del Norte y del Sur de nuestro planeta. 

Ngathem Ningol Kongbam Ongbi Ibeyaima preside varias organizaciones femeninas para el desarrollo de la mujer. Su primer libro infantil, "Umaibi Amashung Atei Phunga Warishing" (Águila y otros cuentos populares), publicado en 2004, ganó el Premio Telem Ningol Atoibema 2009 de Literatura Infantil.

Hace mucho tiempo había un rey al que le encantaba escuchar historias. Tal era su pasión por los cuentos, que hasta invitaba a narradores procedentes de tierras lejanas, y eran tantas las historias le habían contado, que parecía que ya no le quedaba ninguna por escuchar.
Sin embargo, el rey ansiaba cada vez más escuchar historias que no hubiese escuchado antes. Pero ningún cuentacuentos era capaz de inventar una historia nueva. Muchos probaban suerte contando historias de un pasado muy lejano, pero en cuanto empezaban a contarlas, el rey se quejaba: "¡Oh, no, basta! Eso ya lo he oído".

El rey estaba desesperado por escuchar al menos una historia nueva. Empezó a pensar que su deseo nunca se vería satisfecho y decidió que daría la mano de su hija en matrimonio al hombre que pudiera contarle una historia que nunca hubiera oído.
Así, un día, el rey les dijo a sus hombres: "Amigos míos, he decidido conceder la mano de mi hija al hombre que pueda contarme una historia que nunca haya oído. Difundid este mensaje rápidamente a caballo y en todas direcciones."

Pronto, narradores de diferentes lugares vinieron a probar suerte. Uno por uno, fueron pasando para contarle las historias que tenían reservadas. A todos los cuentacuentos, justo al principio de sus relatos, el rey les decía: "Basta. Eso ya lo he oído". Todos los cuentacuentos fracasaban.
Un día, un joven llegó a palacio para probar suerte. No era un cuentacuentos. Pero anhelaba casarse con la princesa.

Mostrando el mayor de los respetos, el joven se arrodilló ante el rey y le dijo: "Oh rey, te contaré una historia para probar suerte. Pero antes, majestad, dame por favor tu palabra de que me concederás la mano de la princesa si mi historia resulta ser inaudita". El rey dio le dio su palabra.

El joven comenzó a contar su historia: "Oh Rey, cuando tu bisabuelo gobernaba, mi bisabuelo era ministro. Mi bisabuelo era muy rico y tenía manadas de caballos y elefantes. Tu bisabuelo, el gran rey, tenía especial interés en que mi bisabuelo estuviera siempre a su lado. Por aquel entonces, un rey de otra tierra le hizo la guerra a tu bisabuelo. Tu bisabuelo, el valiente rey, necesitaba reforzar su ejército con más caballos y elefantes para aplastar al enemigo. El gran rey pidió prestados cien elefantes y cien caballos a mi bisabuelo para desplegar soldados en la batalla y salvaguardar el honor de la patria. El gran rey prometió a mi bisabuelo que le pagaría después de la guerra. El valiente rey ganó la batalla, pero murió poco después. Exhaló su último suspiro antes de poder pagar a mi bisabuelo por los elefantes y los caballos. Mi bisabuelo le dijo a mi abuelo que no olvidara aquella deuda. Mi abuelo se lo contó a mi padre, quien a su vez me lo contó a mi"

El joven hizo una pausa y continuó: "Oh Rey, ya conoces esta historia, por favor paga a mi padre lo que tu bisabuelo, el valiente rey, le debía a mi rico bisabuelo"

El rey se rio mucho, la historia le pareció muy divertida. Entonces se dijo a sí mismo: "Este joven es ingenioso. Si digo que sí, tendré que pagar una gran suma de dinero a su padre. Y si digo que no, él tendrá derecho a reclamar la mano de mi hija."
El rey se quedó pensativo, pero el joven le interrumpió: "Oh Rey, ¿habías oído antes lo que pasó entre tu bisabuelo y mi bisabuelo?"
El rey contestó, "No, no lo había oído."

El joven cruzo las manos y se arrodilló ante el rey para rogarle respetuosamente: "Oh rey, has dicho que no habías oído la historia. Ahora te pido humildemente que cumplas tu palabra. El rey se rio y dijo: "Sí, por supuesto."

La boda de la princesa con el joven tuvo lugar el día señalado. El rey obsequió a su hija y a su yerno con una gran dote y preciosos regalos.


Epílogo de la autora

Los cuentos populares, recopilados en mi libro "Sorarengee Machanupi Atonbee Leimashang Amasung Atei Phunga Wareeshing" (La hija menor de Soraren Leimashang y otros cuentos populares), me los contaron los mayores de mi familia cuando yo tenía entre 8 y 11 años, a finales de los años cuarenta. Los narradores de los cuentos eran mi propio padre, Ngathem Gullap, mi tía mayor, Thingujam Ibeton y mi tío materno, Wahengbam Tompokchao (marido de mi tía menor). Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la gente huyó de sus hogares a lugares más seguros, mi tío, W. Tompokchao y su familia se unieron a la nuestra. Mi tía mayor, Ibeton, era una gran narradora y me contó muchas historias mientras hacíamos tortas de estiércol de vaca para secar al sol y complementar las necesidades de combustible. Las llamábamos "historias de estiércol de vaca", historias en la forma más vulgar de nuestra lengua.
Desde la antigüedad, Manipur ha tenido un estilo de vida, una religión y unas manifestaciones culturales propias. Desde tiempos inmemoriales, todas las casas solían tener una chimenea llamada "Phunga" en un lugar destacado. La gente aún sigue creyendo hoy que la diosa de la riqueza, la madre Imoinu, habita en la Phunga. Con gran respeto a la Madre Imoinu, la gente llama solemnemente a la Phunga, "Phunga Lairu". Antiguamente, los miembros de una familia siempre estaban pendientes de que el fuego de la Phunga nunca se apagara y solían venerarla con ofrendas de flores y otros objetos.
En aquellos tiempos, los miembros más jóvenes y los más mayores de la familia formaban un círculo alrededor del hogar mientras esperaban la cena y los mayores contaban historias a los niños. Las historias hablaban de sabios y tontos, buenos y malos, ricos y pobres, de aventuras de reyes y valientes y también de sus familias. Solían ir acompañadas de una moraleja. Estas historias contadas a los niños sentados alrededor del fuego se llaman "Phunga Wari" (historias de chimenea). En el mundo de hoy, las historias que los ancianos transmiten a los niños casi han desaparecido y se han convertido en algo que pertenece al pasado. Es comprensible que en las zonas urbanas ya no se queme combustible en la chimenea como antaño y que la gente no piense en sentarse alrededor de la chimenea familiar. Ahora, muchos niños no saben lo que es la Phunga. Así que los días de Phunga Wari se han acabado. Con el cambio de los tiempos, las historias contadas por nuestros antepasados y transmitidas de generación en generación se desvanecen y desaparecen. Alarmada, me he esforzado por memorizar las viejas historias que me contaban mis parientes ya desaparecidos.

(Este cuento y el epílogo forman parte de la galardonada colección de cuentos populares de Ngathem Ningol Kongbam Ongbi Ibeyaima, "Leimashang, la hija pequeña de Soraren y otros cuentos populares", publicada en meitei en 2010. La traducción al inglés será publicada por la  Writers' Forum Imphal a finales de 2024).