Etnografía y crítica del colonialismo avant la lettre
Michael Ewert, doctor en Filosofía, estudió Filología Alemana, Historia y Ciencias Políticas en Colonia y Marburgo, ejerció la docencia como asesor académico senior en la LMU de Múnich y como profesor invitado en Polonia, Kirguistán y Tailandia. Es segundo presidente de la Sociedad Georg Forster y coeditor de Georg Forster Studies, además de miembro de la junta directiva de la Sociedad Goethe de Múnich. Ha publicado trabajos sobre literatura de los siglos XVIII al XXI. Su áreas de trabajo e investigación: interculturalidad y alteridad; literatura y migración; viaje, huida y exilio, entre otras.
"¿Qué debieron pensar de nosotros los salvajes?". Con esta pregunta, el autor de un cuaderno de viaje pionero resume sus experiencias en los Mares del Sur. Aunque no responde de forma directa, en otro lugar sugiere que los indígenas comprendieron que "los extranjeros no eran del todo inhumanos y que los británicos no eran más salvajes y bárbaros que ellos mismos". Tales declaraciones críticas con el colonialismo podrían despertar la curiosidad sobre el autor, un pensador independiente y defensor de la ilustración que, tras un largo letargo prescrito, goza ahora de una acogida mundial.
Georg Forster vivió entre 1754 y 1794 y se hizo famoso al participar en la segunda circunnavegación del mundo de James Cook y describirla en su Viaje alrededor del mundo. Ya desde joven había visto más mundo que cualquiera de sus contemporáneos alemanes. Forster fue explorador, dibujante, etnólogo, botánico y teórico de la globalización. Y un gran autor. Todos sus escritos dan fe de su aguda capacidad de observación, sus facultades críticas y su estilo cautivador. Uno de sus compañeros, el catedrático de Gotinga Georg Christoph Lichtenberg, lo calificó con razón de "hechicero de la prosa". Con sus ingeniosos ensayos sobre arte, historia y antropología cultural, contribuyó a una cultura de debate ilustrado. Entre estos escritos figura una refutación del racismo de la época, con un toque de atención a la filosofía de sillón de Kant. También escribió un ensayo sobre "Leckereyen", que, con ingenio e imaginación, caracteriza la lengua como órgano del gusto y el lenguaje, y desarrolla la tesis de que el refinamiento de los sentidos y el proceso de la ilustración están interrelacionados. En uno de sus más bellos ensayos, afirma sobre la evolución del hombre que este "no se ha convertido en ninguna parte en todo, sino en todas partes en algo diferente".
El firme compromiso de Forster con la libertad y la igualdad le granjeó fama de paladín de la democracia. Sin embargo, su apoyo a la Revolución Francesa y a la efímera República de Maguncia no quedó impune. Fue eliminado de la memoria cultural hasta bien entrado el siglo XX.
¿Cuál es la "asignatura pendiente" (Ulrich Sonnemann) que aún emana de este entusiasta e inspirador incendiario? ¿Qué hace que la lectura de sus escritos siga siendo un desafío intelectual? En primer lugar, está su vida, que fue mucho más que la materia prima de su obra literaria. La temprana expedición por el Volga, la circunnavegación del globo que duró más de tres años, la estancia en la isla de Tahití, considerada un paraíso terrenal, la alternancia de residencias en distintos países y metrópolis europeas, su carrera académica, sus experiencias en sociedades secretas y triángulos eróticos, la toma de posición a favor de una nueva era y la muerte solitaria en el París revolucionario: la existencia de Forster reúne muchos de los ingredientes de una novela de aventuras.
Además, está su papel como precursor del pensamiento naturalista y ecológico. A través de su clasificación de plantas y animales, su comprensión de los ecosistemas, los paisajes culturales y los discursos insulares, contribuyó al establecimiento de la biología y la geografía de investigación. En la transición de una comprensión estática a otra dinámica de la naturaleza, formuló ideas que constituyeron la base de modelos evolutivos posteriores y fueron retomadas por investigadores modernos. En el plano de la teoría política, a pesar de todas las incoherencias de la época, representó una reflexión sobre el desarrollo de los derechos civiles y las estructuras estatales. Forster ejerció una gran influencia en la etnología, la etnografía y el análisis cultural, en concreto, ayudando a la comprensión de la continuidad de los relatos culturales. Gracias a él, el género de la prosa científica, largamente olvidado, se abrió camino en el canon de la lingüística moderna y los estudios literarios. Además, allanó muy pronto el camino para los discursos sobre la extranjería, la alteridad y el entendimiento intercultural. Su vida se caracterizó por contactos culturales heterogéneos y transgresión de fronteras. Fue un pensador erudito que aunó los procesos de la Ilustración de Inglaterra, Francia y Alemania y, como cosmopolita, otorgó un nuevo marco a la relación entre las perspectivas europeas y no europeas.
Si se deja llevar por estas indicaciones, debe estar preparado para las sorpresas. Por citar sólo un aspecto minúsculo pero significativo, un historiador de la geografía ha podido demostrar recientemente que Forster, siendo muy joven había realizado con Cook encuestas masivas entre los esclavos de Santa Elena, con el fin de darles voz. Cabe suponer que sus intenciones no se limitaban a esto. Sea cual sea la valoración que se haga de lo sucedido, no cabe duda de que se trató de un acontecimiento único y extraordinario.
Un ensayo sobre Georg Forster no puede terminar sin una referencia al viaje por el Bajo Rin que emprendió junto a su amigo y alumno Alexander von Humboldt. El recorrido atravesó las provincias de Renania afectadas por la Revolución Francesa y exploró, en estrecho contacto con la población, los efectos de la libertad práctica y la política republicana. El resultado es un volumen extremadamente sofisticado, rico en relaciones y sugerencias, titulado Visiones del Bajo Rin. "Si tienes dos pares de pantalones", escribió Lichtenberg, "convierte uno en dinero y compra este libro".