La cultura política china, asociada durante mucho tiempo a la ideología confuciana, que predicaba el ejemplo personal y el gobierno por la virtud, fue en realidad pionera en el desarrollo de métodos impersonales y automáticos para establecer el orden en el cosmos, el imperio y la vida cotidiana. Este hecho, hasta ahora en gran parte oculto pero reiteradamente confirmado por recientes descubrimientos arqueológicos, nos invita a esbozar una nueva historia general del Estado chino. Hay que entender, sin embargo, que lo que entendemos por "leyes" y "números" en las sociedades europeas sólo se corresponde parcialmente con los instrumentos desarrollados en China, ya que allí los números no se reducen a cantidades y las leyes están desvinculadas de cualquier noción de derecho. Basándose en fuentes tradicionales e inéditas de los ámbitos de las matemáticas, la adivinación, los ejercicios espirituales, los códigos penales, las ficciones poéticas del taoísmo o el arte de la guerra, Romain Graziani presenta las formas teóricas y los desarrollos concretos de este logos chino.
A partir de la "experiencia jurídica", traza el proceso de despersonalización de la autoridad que conduce a la experiencia del Estado total y muestra cómo este paradigma basado en leyes y números ha tenido un impacto duradero en la experiencia del tiempo, la movilidad en el espacio y la noción de autoridad soberana en la sociedad china; cómo contribuyó a redefinir el concepto de trabajo y la relación del individuo consigo mismo; y, por último, cómo permitió la formulación muy temprana de un proyecto social estructurado por las tecnologías de la información, la vigilancia y la seguridad.
En el extremo de este camino, que conecta la Edad de Bronce con la era digital, el milenario empeño por "numerar" el mundo culmina ahora en la restauración del antiguo culto al Uno. (Editor)