La sangre de la gacela

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La sangre de la gacela

Un poema de Egipto
Foto Aya Gamal Mohey Eldeen
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Aya Gamal Mohey Eldeen

Aya Gamal Mohey Eldeen es una poeta egipcia nacida en 1996. Su escritura explora temas del cuerpo, la fragilidad humana y el exilio. Tiene un máster en Derecho y un diploma en traducción jurídica. Ha publicado en Mada Masr, Raseef22 y Sard Adabi. Su primera colección de poesía se publicará en 2026.

Todo lo que era bello, a falta de un útero que lo ofreciera,
se ha convertido en un poema... en un grito... en amor. 
- Forough Farrokhzad

Los ojos olfatean en la distancia,
presionan un destino, un lobo.
Imploran una fuente de dulzura,
se encogen de hombros ante un hombre de otra parte
o un ratón asqueroso.

Los ojos aprenden el sabor de esconderse,
de untarse con polvo,
mezclar la noche con el día:
la aurora los visita,
la luz se derrama en ellos,
gota a gota.

Una mano tierna se adelanta,
venas en carne viva,
con arcilla y sangre de gacela:
extrae una masa negra
que crece en el hueco del vientre.
Una raya blanca
juega a desaparecer, luego regresa.

Los suspiros se despliegan en su vientre;
anillos de blanco, encadenados,
afluentes en la opacidad nocturna.

Levanta las manos y dice:
- como una especie de regateo o plegaria- 
"Córtame la cabeza y te ofrezco mi sangre,
te daré embriones y amigos elegidos,
panes y engendros,
una gota de rocío y anillos.
Mi cuerpo es ofrenda,
y mi alma, redención.
¿Estás satisfecho?

¿Te he satisfecho?"

Ella implora:
Dame una infancia nueva,
días que laven culpas,
y madres que sigan mi rastro
cuando me pierda en los páramos,
y manos me hayan tentado
(esas manos que dan y borran,
que conocen y enternecen)

Dame quietud/seguridad,
mi cuota de sueño,
y el sabor a cereza en la boca que no se borra.
Dame letras que no se deshagan bajo la lengua,
y una lengua que reconozca el sabor de la comida sabrosa,
palabras sabrosas y besos sabrosos...

Estira las piernas como el tronco de un árbol,
se levanta de la cama,
pesada y sola,
con camisones que ninguna mano ha tocado
Así, sus manos suaves.
Camisas rojas,
amarillas, moradas:
camisas para mujeres solas,
sin hombres que las esperen...

Mujeres sin hombres,
que se buscan con las manos
su suavidad, su amor,
La tibieza en la piel.
Mujeres en los balcones
lanzan sus miradas
al azul,
presentando el pájaro perdido,
la blancura de las nubes,
y la sombra de un hombre
que, una noche, las dejó
ahogadas de amor y carencia,
de paciencia y abatimiento
con la promesa del reencuentro, la esperanza de una cita...
y nunca volvió.

Las mujeres que confían en el azar o en el destino,
desean tropezar con un puñado de tierra
o con un cuerpo vivo.

+++

Y también por la mañana,
se lava la cara bajo la lluvia,
se humedece los labios con miel,
se abre el pecho con gravedad,
como una madre que tiende el pecho
a una luna hambrienta
o a un mar embravecido.
Se extiende la espalda desnuda:
la desnudez es también fe,
fusión con la tierra,
adoración/ascetismo,
unión con el Otro.

+++

Se lanza a través del trigo,
como una gacela roja
o una mujer feroz,
enciende una vela/ frota una espiga,
devora a un lobo,
implora a un bello dios
al que amó desde niña,
de quien se enamoró su infancia intacta,
al igual que su apacible adolescencia,
en el lugar de un hombre
de carne y hueso...

+++

De noche, sobre una abigarrada alfombra
de amarillo y granada,
se arrodilla con devoción,
mira una luna creciente
y media nube,
y llora a todo un Dios.
Busca su favor, jura no provocarle la ira,
pasar las noches dentro de su recinto,
en el patio de su casa, ante su santuario,
envuelta en versos y ángeles,
alfombras verdes
y rosarios verdes;
y abandonar el ancho mundo
para ir hacia Él,
en vez de caminar,
caminar,
caminar.

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Poema de la próxima colección 2026 de Aya Gamal Mohey Eldeen, Kullu l-Buyūti Lā Tasaʿunī (Ninguna casa me contiene).

(La adaptación al español se basa en la traducción al francés del árabe realizada por Rita Barrota).