¿Tiene que cambiar todo para que todo siga igual?

¿Tiene que cambiar todo para que todo siga igual?

En "Kritik der großen Geste" (Crítica del gran gesto), el profesor de sociología Armin Nassehi pide a los políticos que se abstengan de exigencias máximas en tiempos de grandes crisis y opten por una política de pequeños pasos.
Armin Nassehi
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Armin Nassehi

Armin Nassehi ocupa la cátedra de Sociología General y Teoría Social en la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich y es editor de la revista cultural Kursbuch desde 2012.

El libro de Armin Nassehi Kritik der großen Geste comienza con un gran gesto. Cualquiera que haya tenido un interés siquiera rudimentario por la filosofía, especialmente en Alemania, pensará inmediatamente en la obra magna de Immanuel Kant Crítica de la razón pura al oír este título. Habría deseado un capítulo dedicado a cómo Armin Nassehi define un "gran gesto" como tal, ya que la elección del título ha sido claramente intencionada. Sin embargo, en los 17 capítulos (numerados curiosamente del 0 al 16, más un prefacio), el autor no asume este reto. Si he entendido bien (no soy sociólogo y tengo algunas dificultades con el lenguaje especializado, en el que, por ejemplo, términos como "incertidumbre" se convierten en "dinámica contingente"), entonces el gran gesto de la política en nuestro tiempo es probablemente que todo debe cambiar. ¿Por qué? Porque el cambio climático, casi galopante, se cierne sobre todo, poniendo en duda nuestro modelo económico, iniciado con la industrialización, o convirtiéndolo en una cuestión de supervivencia a largo plazo. A ello se añaden las guerras, la extinción de especies y las migraciones. Los individuos y la humanidad en su conjunto se enfrentan a la cuestión de si el mundo tal como lo hemos conocido desde la Segunda Guerra Mundial no se está yendo -por decirlo sin rodeos- por el desagüe.

Kritik der großen Geste

Armin Nassehi | Kritik der großen Geste - Anders über gesellschaftliche Transformation nachdenken. | C.H. Beck | 224 páginas | 18 EUR

El autor no quiere intervenir directamente en la política concreta con su texto, sino reflexionar sobre cómo pueden actuar los individuos, los grupos, la sociedad y la política en una situación global tan difícil. Un punto muy importante: la sociedad moderna es una ilusión, ya no existe realmente. Se ha fragmentado en múltiples ámbitos que, además, se están distanciado cada vez más entre sí, y la comunicación entre las personas se convierte cada vez en una comunicación exclusivamente dentro de sus propios grupos. Esto no es nuevo; las burbujas autosuficientes de Internet llevan mucho tiempo siendo objeto de debate. Sin embargo, la campaña de las elecciones presidenciales estadounidenses de este año demuestra lo peligroso que puede llegar a ser este fenómeno. Cuando republicanos y demócratas dejan de compartir un espacio discursivo común, la guerra civil se asoma a la vuelta de la esquina. La imagen descrita por Armin Nassehi recuerda a galaxias que se alejan unas de otras. Así surge la pregunta: "¿Dónde acabará todo esto?".

Nadie sabe la respuesta y nadie puede saberla, ni siquiera Armin Nassehi. Su propia incertidumbre queda patente una y otra vez en el libro, con expresiones frecuentes como: "tal vez", "probablemente", "seguramente". Su principal contribución es forzarnos a reflexionar sobre el mundo actual. Las grandes transformaciones se han vuelto inevitables, pero si la política no tiene en cuenta la inercia inherente a todos los sistemas, que es lo que garantiza su supervivencia, estas no podrán salir adelante por exceso de exigencia. Nassehi critica que la política sigue demasiado aferrada a formas tradicionales, que fueron exitosas durante décadas, y carece de la capacidad de repensar profundamente su enfoque. Esto se aplica tanto a los "conservadores" como a los "progresistas". Esto último me sorprendió un poco cuando lo leí, porque ¿no se ha sustituido la palabra "progresista" por la palabra "innovador" desde los años 90, cuando los ordenadores cambiaron radicalmente nuestras vidas? Y cuando se trata de sobrevivir, ¿ser progresista no es un lujo y ser innovador una, a veces quizá amarga, necesidad?

Armin Nassehi plantea dos puntos importantes en los primeros capítulos. En primer lugar, señala que el problema de las emisiones de CO2 en la atmósfera no se basa básicamente en el fracaso, sino en el éxito. La civilización científica basó su éxito en la combustión de combustibles fósiles. Nunca antes en su historia la humanidad había tenido tanto éxito como ahora. El autor no afirma explícitamente que no debemos olvidar enorgullecernos de nuestros logros, aunque ya es hora (¡!) de sentar nuevas bases energéticas para la humanidad.

En segundo lugar, el autor se pregunta abiertamente si la democracia liberal es adecuada para hacer frente a los problemas que se plantean. Esta pregunta también puede plantearse de otro modo: ¿ha llegado a ser la complejidad del mundo moderno tan grande que desborda a la humanidad tal y como ha sido concebida como especie? Esta pregunta y el debate que la rodea son extremadamente importantes. Armin Nassehi, como yo, no tiene mejor respuesta que la de que todas las dictaduras sólo empeorarían las cosas. Al final, lo único que puede hacer es apelar a la razón humana. A una razón que puede hacer milagros en el individuo, en lo concreto, pero que tiene dificultades para prevalecer en los grupos, las tribus, las sociedades, los estados nación, y las confederaciones supranacionales de estados (como la Unión Europea). Si no podemos responder de forma convincente a esta pregunta sobre la capacidad de la democracia liberal para resolver problemas, no podremos evitar más dictaduras y, por tanto, más catástrofes.

Lo que pide Armin Nassehi podría equivaler en última instancia al famoso "muddling through" inglés. No siempre se sabe exactamente lo que se está haciendo, pero siempre se intenta mantener la cabeza fuera del agua. El Dicccionario Cambridge define esta expresión como: "gestionar algo aunque no se esté organizado ni se sepa cómo hacerlo". El éxito reside en "to manage" (gestionar). No hay que ridiculizar este método. Armin Nassehi señala claramente que la política (como todos nosotros) nunca dispone de toda la información y, por lo tanto, siempre se encuentra en una situación incierta. Dinámica contingente.

Sin embargo, en esto echo de menos una brújula. Puedo conformarme con salir del paso, pero quiero seguir avanzando en la dirección correcta. Cualquier otra cosa sería hurgar en la niebla.

Por eso al "pequeño gesto" hay que añadirle la visión de conjunto. Aquí es donde necesitamos a Antoine Marie Jean-Baptiste Roger de Saint-Exupéry: "Si quieres construir un barco, no reúnas a la gente para recoger madera, asignar tareas y dividir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho".

En la crisis climática global -que es sinónimo de que el gran éxito de la especie Homo sapiens podría llegar a ser demasiado para la vida en nuestro pequeño planeta tal y como lo conocemos- la humanidad necesita construir algo parecido a un arca, y tenemos que pensar muy bien cómo podría ser. Salvar el CO2 no es ni puede ser el propósito de la vida. Por tanto, mi pregunta a Armin Nassehi es si la sociología podría contribuir en parte a responder a la siguiente cuestión: ¿Cómo debería, puede y debe ser la sociedad del futuro para que podamos contener el cambio climático y, tras varias generaciones, tenerlo bajo control?

 

Libro revisado